Algoritmos que enganchan, apps con prácticas abusivas, minería de datos y desinformación por todas partes. Internet hoy puede ser un lugar peligroso. Tres voces muy influyentes —Tim Wu, Nick Clegg y Tim Berners-Lee— proponen arreglos de fondo. Sus ideas son potentes… pero tienen puntos ciegos. Aquí va la versión corta y clara.
Tim Wu: romper a las Big Tech con leyes antimonopolio
Tim Wu, cerebro de la “neutralidad de la red” y profesor en Columbia, sostiene que unas pocas tecnológicas concentran demasiado poder. Su receta: aplicar con fuerza las leyes antimonopolio, poner límites de tarifas y separar líneas de negocio cuando haga falta.
-
Diagnóstico: las plataformas pasaron de “dar” a los usuarios a extraer de ellos. Nos atrapan con ecosistemas convenientes (Google, Apple, Amazon) y cierran el paso a competidores.
-
Precedentes: los casos de IBM y AT&T demostraron que dividir gigantes puede abrir la competencia y beneficiar al público.
-
El problema: en la era actual, la ley tropieza. El juicio antimonopolio de 2025 contra Google no obligó a vender Chrome; el de Microsoft (2001) tampoco partió a la empresa de su navegador. La vía legal funciona… pero su alcance es limitado hoy.
Nick Clegg: menos hacha, más transparencia y reglas claras
Nick Clegg, ex vicepresidente del Reino Unido y hasta hace poco jefe de Asuntos Globales en Meta, no quiere desmantelar. Apuesta por regulación más ligera, transparencia radical y un tratado global de datos que evite el caos de normas país por país.
-
Qué propone: abrir los libros de las redes, involucrar a los usuarios en la gobernanza (foros, consultas), y darles más control sobre sus datos. Nada de romper empresas como primera opción.
-
Por qué lo cuestionan: su paso por Meta le pasa factura. El libro minimiza o deja fuera escándalos clave (p. ej., Cambridge Analytica o el caso Free Basics en India). Además, criticar las leyes nacionales mientras las plataformas acumulan poder suena defensorial.
-
Su argumento central: partir a las Big Tech perjudicaría la experiencia de los usuarios; lo que hace falta es hacerlas más transparentes y responsables, no destruir sus redes.
Tim Berners-Lee: reprogramar la web con “pods” de datos (Solid)
El inventor de la web confiesa que su sueño original —abierta, colaborativa, descentralizada— se desvió. Su plan para enderezarla: devolver el control de la información a las personas mediante Solid, un “pod” personal donde guardas todo tu rastro digital (pagos, medical records, publicaciones) y decides qué app ve qué.
-
Ventaja: un solo “cofre” privado para tus datos, reutilizable en distintas apps. La IA podría ayudarte a cruzarlos (gastos vs. menús, vacunas vs. viajes, etc.).
-
Riesgos: centralizar datos muy sensibles en una bóveda personal asusta (y con razón). Escándalos recientes de apps que abusaron de datos íntimos pesan mucho.
-
Regulación mínima: Berners-Lee solo pide reglas claras para adolescentes y algoritmos; por lo demás, confía en el control individual y en el rediseño técnico.
Qué parece posible hoy
De las tres, la vía de Wu muestra logros puntuales: más obligaciones de compartir datos y límites al uso de sistemas en nuevos productos. Pero el clima político en EE. UU. no favorece nuevas ofensivas contra Big Tech. Tras los últimos cambios en Washington, todo apunta a menos leyes nacionales duras y, en algunos casos, a plataformas más envalentonadas (relajando moderación o verificación).
Ante ese panorama, el acuerdo global que defiende Clegg —normas comunes de datos y estándares de derechos humanos— podría ser la vía más rápida para mejoras parciales, sin esperar a pleitos eternos.
La síntesis: tres caminos, mismas metas
No hay bala de plata. Las rutas difieren —romper (Wu), transparentar y coordinar (Clegg), reconstruir la arquitectura de datos (Berners-Lee)— pero coinciden en el objetivo:
-
Más control para el usuario.
-
Más privacidad real.
-
Más rendición de cuentas de Silicon Valley.
La pregunta ya no es si internet debe cambiar, sino cómo y quién mueve primero: tribunales, reguladores, o la propia tecnología. Mientras tanto, exigir claridad, opciones reales y propiedad de nuestros datos es el mínimo común que sí podemos reclamar hoy.