El mundo por fin ha dado un paso importante para regular la Inteligencia Artificial, y es que los acuerdos internacionales, que desde inicio de año discutian los miembros del G7 (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido. Además, la Unión Europea) por fin han llegado.
En este arduo proceso, dos posturas se encontraron, en lo que respecta al desarrollo e implementación de las nuevas tecnologías de aprendizaje automático.
La primera de ellas, postulada por el gobierno de Estados Unidos, trata de evitar las trabas a servicios tan populares como ChatGPT o Dall-E 2, con el fin de que la potencia norteamericana no quede en desventaja, pese a que buena parte de sus miembros han alertado sobre la falta de regulaciones, mientras hacen analogía a lo sucedido con las redes sociales.
Por el contrario, la Unión Europea, en los últimos meses ha ido avanzado a marchas forzadas lo que se conoce como IA Act, que buscará prohibir, entre otras cosas, la categorización, recolección y rastreo biométrico; el uso de software de reconocimiento de emociones entre las agencias de seguridad o educativas; y la clasificación de gente basándose en su comportamiento social, status socio-económico o características personales.
Una tercera via se ha abierto desde Japón, y es que el gigante de oriente ha propuesto el foro intergubernamental "Hiroshima AI Process" con el objetivo de discutir las regulaciones de IA, y acercarse a la creación de estándares internacionales.
Este proceso, presentado como un punto intermedio, finalmente ha ganado. El gobierno japonés propuso una regulación más laxa, pero suficiente concreta, para abordar los problemas del copyright o la exposición de datos personales. Medidas que el grupo de los G7 han aceptado hoy en un acuerdo que ya es oficial.